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EXPERIENCIA MeV

El otro día tuve la suerte de poder ir a tocar el piano a enfermos del Hospital 12 de Octubre con la asociación Música en Vena (MeV) y que me acompañase una alumna, Marga. La experiencia fue maravillosa para todos y le pedí a Marga si podía escribir unas líneas para este blog. Aquí están. Gracias Marga:

Cuando Néstor me comentó en clase que colaboraba con Música en Vena (MeV) le pregunté si admitía acompañantes. La respuesta fue SÍ y el pasado 13 de noviembre pude ir con él al Hospital Doce de Octubre. Allí estaba Marisol, una enfermera jubilada, entusiasta, que colabora con Música en Vena y que allana todos los obstáculos. Nos contó el plan previsto y, ya con los chalecos de MeV, nos pusimos en marcha.

Llegamos por pasillos y vericuetos a la planta de Hematología. En un rincón nos esperaba, al lado de una nevera, un piano (afortunadamente con ruedas). Lo llevamos hasta el pasillo de las habitaciones. Néstor se preparó, y empezó a tocar. Un preludio de Bach. Así, sin más preámbulo. Al principio solo había tres o cuatro personas por el pasillo: personal de enfermería, un paciente y su acompañante…Luego se fueron añadiendo más, otros se quedaban un rato pero luego tenían que seguir con sus ocupaciones.

Me cuesta encontrar palabras para transmitir lo que fue produciéndose, lo que sentí. No fue multitudinario, no era un auditorio y creo que eso fue lo importante. La vida del hospital seguía su marcha con las visitas médicas, los traslados para realizar pruebas, llamadas a control… pero estaba la Música, “Y en directo”, como decía uno de los pacientes. Néstor fue tocando durante media hora distintas piezas, combinando estilos y hasta explicando, de manera valiente, de qué iba alguna de ellas. Hubo emoción, mucha emoción. Creo que nos sentó muy bien a todos y había un comentario común y constante: “Esto es una maravilla ¿cuándo volvéis?”.

El siguiente paso fue llegar al Policlínico. Supuso más pasillos, giros con el piano y hasta meterlo en un ascensor donde, como no podía ser de otra manera, también sonó la música. El Policlínico era un contexto distinto, abierto, con muchas interferencias y movimiento de auxiliares y enfermeras. Pero la Música volvió a encontrar su sitio. Y lo hizo poco a poco y de manera inesperada, mezclada con móviles que sonaban, constantes que se medían, llamadas por megafonía. Néstor habló para todos y siguió tocando, contando de qué iba alguna de las piezas. Mientras, algo iba cambiando: un paciente pedía el reposapiés para estar más cómodo y concentrarse mejor; otra, con los ojos cerrados y una sonrisa en la cara, movía los pies siguiendo el ritmo. Incluso una enfermera se atrevió a tocar el piano… La atención y la emoción fueron en aumento. Y lo fue tanto, que durante los últimos 4 minutos de “Claro de Luna” de Beethoven el silencio fue total... Ni siquiera los pitidos, teléfonos y timbres habituales se atrevieron a sonar. Fue impresionante, nos embargó a todos. Creo que despertó sentimientos muy profundos y, según me explicó Néstor, muy ligados a esa pieza.

Yo sentí, además, una gratitud enorme y creo que fue algo común a quienes estuvimos allí, y por eso he querido compartirlo en este blog.

Marga

Os mando un link al primer movimiento de la sonata "Claro de Luna" de Beethoven:

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